Los 43.219 reales que llegaron a Villorejo en 1752 procedentes de México cambian la vida del pueblo.
Saber que un antiguo habitante de Villorejo, emigrado a tierras americanas, se había acordado de su pueblo enviando semejante cantidad de dinero, debió de ser motivo de muchas tertulias tanto en la taberna y el pórtico de la Iglesia como en la solanera de cada barrio.
Una vez el dinero llegó al pueblo el asunto era ponerse de acuerdo en la manera de gestiónarlo. El deseo de Fray Gregorio era muy claro: ”para que de sus anuales réditos se mantenga perpetuamente un maestro de escuela, para la buena y santa educación de los niños”.
En 1752 Villorejo tenía cinco créditos importantes que sumaban 14.100 reales de deuda por los que pagaba de intereses 352 reales y medio anuales a instituciones de fuera de Villorejo. (En el documento CRÉDITOS ANTERIORES A LA OBRA PÍA veréis todos los detalles) Recordemos que tanto las Fundaciones como las Capellanías o las Obras Pías…. hacían la función de bancos entre la gente humilde. A esos créditos que concedían se les llamaba “censos”. Había de varios tipos: en este caso era un “censo redimible al quitar”. Esto significaba que el interés de la deuda se dejaba de pagar en el momento que se devolvía el capital solicitado. Se fijaba un interés entre el 1 y el 3 por ciento anual que se había de pagar cada año en una fecha determinada mientras no se devolviera el capital. No se aceptaban excusas de ningún tipo para no pagar. De no hacerlo serían «apremiados por vía ejecutiva y haciendo que venga persona a su cobranza…. al cual pagaremos y nuestros sucesores pagarán cuatrocientos maravedíes diarios de los que en dicha cobranza se le debiere…….» Algo así como el Cobrador del Frac, el terror de los morosos.
Tanto Alberto como Javier Delgado y otra abogada que yo he consultado creemos que los habitantes de Villorejo, reunidos todos en asamblea incluidas las viudas, solteras y solteros deciden “redimir, quitar” los censos que tenían con otras fundaciones y hacer una “nueva imposición de censo redimible” por el mismo valor a favor de la Obra Pía de la escuela. De esta manera los intereses quedaban en Villorejo y servían para pagar al maestro. Hoy en día diríamos que se hizo un traspaso de hipotecas de una entidad financiera a otra. En el documento PRIMERA HIPOTECA veréis en detalle lo que hipoteca cada uno de los 55 vecinos que firman este censo. Las cantidades son muy diversas desde las 12 fanegas del Ayuntamiento hasta los 3 celemines de Fhelix Rodrigo. Os podéis entretener en calcular el dinero que recibe cada uno y el interés que debe pagar, reduciendo las fanegas a celemines (1 fanega = a 12 celemines).
En el catastro del año 1750 se dice que Villorejo tenía 71 cabezas de familia. Si descontamos a los curas, al cirujano, al maestro, al pastor y a los jornaleros que no eran propietarios de tierras, vemos que el resto de la población tiene un crédito al 2´5 por ciento a beneficio del pueblo. Entre todos garantizaron la alfabetización de las nuevas generaciones porque, aunque las hipotecas de este censo se «quitaron» en 1770, la Obra Pía de la Escuela siguió otorgando créditos no solo a los convecinos sino también a vecinos de otros pueblos como Manciles, Villegas, Isar, Palacios….
Es de justicia histórica poner en valor este hecho que, sin duda debió suponer un cambio importante en la vida del pueblo.
PRIMERA HIPOTECA OBRA PIA CRÉDITOS ANTERIORES A LA OBRA PÍA
DOCUMENTOS investigados y traducidos por Alberto López. ASESORES: Javier Delgado y Gala Cendón abogados FOTOGRAFIA de archivo