“El 9 de mayo de 1677 es bautizado en Villorejo Gregorio López Harnaiz hijo de Pablo y María vecinos de dicho lugar”. Así consta en la partida de bautismo firmada por Andrés de la Hera, cura párroco de Villorejo.
Ingresó en la orden franciscana y desarrolló su labor pastoral en tierras americanas. Llegó a ser Vicecomisario general de todas las provincias americanas y en 1748 ascendió a Comisario General. Esta figura era la máxima representación jerárquica de la Iglesia en esos lugares, y despachaba personalmente con el Virrey o la corona de España.
Sabemos que desde el comienzo de la conquista hubo frailes y clérigos actuando conjuntamente con las huestes de los conquistadores. A mediados del siglo XVIII ya comienza a desestabilizarse el poder español en Sudamérica, pero aún se seguían obteniendo grandes beneficios económicos de sus tierras y de los indígenas no sólo para el reino de España sino también para los españoles afincados allí, fueran soldados o clérigos.
En 1749 nuestro paisano, a sus 72 años, decide enviar sus ahorros a Villorejo con la idea de fundar una Obra Pía destinada a la construcción y mantenimiento de una escuela. (En esa época el 90 por ciento de la población del pueblo era analfabeta). En una carta que dirige a su sobrino Mathias Sadornil, vecino de Villorejo, le explica que en un cajón envía 3.200 pesos mexicanos, “que ya de mis trabajos personales, que ya de mis bienhechores, he conseguido ahorrar” de los cuales 2.500 son para la fundación de la escuela. Los 700 restantes para los gastos del real registro y, lo que sobre después de los gastos, para su sobrino. También envía 2 cálices de plata, una Custodia para la Iglesia, ornamentos para decir Misa y una colcha para su sobrino. En los mismos términos se lo notifica en sendas cartas a los curas del pueblo y al Ayuntamiento. Por su parte, el Corregidor de la Ciudad de México, también levanta acta para que cuando llegue a España siga el proceso legal vigente. El envío había de llegar a Cádiz, después a Madrid y de allí a Burgos. Ya os imagináis que por el camino, los 3.200 pesos, convertidos ya en 52.000 reales (moneda oficial del país), han ido menguando por cada ciudad que han pasado entre aranceles, diezmos y transportes. Después de todo el proceso la cantidad que llega a Villorejo es de 43.000 reales. El noble Manuel Marquina será el primer maestro. Así figura en el catastro del año 1750 ordenado por el marqués de la Ensenada.
Las CARTAS y el ACTA DEFINITIVA de la liquidación son documentos estudiados y traducidos por Alberto López. Las fotografías son de Jesús López el Melli y Marijose Mata.
Un apunte sobre las Obras Pías: Fueron muy habituales durante los siglos XVI, XVII Y XVIII. Estaban instauradas en la Iglesia Católica, mediante las cuales el fundador, generalmente una persona acaudalada, dejaba en su testamento una cantidad de dinero que se ponía en renta, es decir: se prestaba a un interés del 1 o 2 por ciento. Hacían la función de bancos entre la gente humilde. Esas ganancias servían para satisfacer los deseos del fundador que, en el caso de Fray Gregorio, servirían para pagar a un maestro que enseñara a leer y escribir a los niños del pueblo. En otros casos las ganancias iban dirigidas a decir Misas por la salvación del alma del fundador. En 1763 se prohíben nuevas fundaciones pero continúan las ya establecidas, Terminan desapareciendo del todo en 1841 con la desamortización de Mendizábal. A partir de esa fecha los réditos los cobra la Hacienda Pública.
CARTA A SU SOBRINO ACTA DEL REGIDOR ACTA DE ENTREGA DEL DINERO