Antiguamente cuando una familia se iba del pueblo o desmontaba una casa, se acostumbraba a hacer una Almoneda. Era una forma de vender enseres que ya no hacian falta.
Normalmente el que organizaba la almoneda exponía a la puerta de su casa todo aquello que quería vender. Un pregonero, de acuerdo con el dueño ponia un precio de salida para cada cosa ; después a medida que el pregonero iba anunciando cada cosa, el público «purría» por ella cuando le interesaba, es decir, ofrecía un precio más alto del de salida. «¿Hay quien de más?» era una frase que se repetía constantemente.
A estas ventas iban hombres y mujeres ellas purrían por las cosas de casa y ellos por las cosas del campo menos las fincas que se vendían en la cantina (taberna) y allí sólo iban los hombres.
En la almoneda de Nicolás y Salvador (1939) la señora Basilisa tuvo que comprar un arnero porque el señor Celestino estaba en la guerra. En la de doña Isolina (la maestra) se vendía, entre otras cosas un armario, el pregonero se deshacía en alabanzas al buen estado del mueble y cuando abrió las puertas resulta que estaban todos los vestidos de la maestra dentro.
Sra Basilisa