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Al inicio de cada estación se reza: Te adoramos Cristo y te bendecimos, porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Al final de cada estación se reza: Señor, pequé; ten piedad y misericordia de mí.

Se reza a continuación un Padrenuestro.

Primera Estación: Jesús es condenado a muerte

Acompaña a tu Dios, alma mía, cual vil asesino, llevado ante el juez
y al Autor de la vida contempla, por ti condenado a muerte cruel.

Dulce Redentor, para mí era la pena de muerte,
ya lloro mis culpas y os pido perdón.

Madre afligida, de pena hondo mar,
logradnos la gracia de nunca pecar.

Segunda Estación: Jesús carga con la Cruz

Con la Cruz de tus culpas cargado, exhausto de fuerzas camina tu Dios,
y a subir la pendiente le impelen, por fuera sayones, por dentro tu amor.

Dulce Redentor, para mí era la pena de muerte,
ya lloro mis culpas y os pido perdón.

Madre afligida, de pena hondo mar,
logradnos la gracia de nunca pecar.

Tercera Estación: Jesús cae por primera vez

Con sus alas de nieve los ángeles, pasmados de espanto cubrieron su faz,
bajo el tosco y pesado madero, en tierra caído su amor al mirar.

Dulce Redentor, para mí era la pena de muerte,
ya lloro mis culpas y os pido perdón.

Madre afligida, de pena hondo mar,
logradnos la gracia de nunca pecar.

Cuarta Estación: Jesús encuentra a su Santísima Madre

Del calvario subiendo a la cumbre, el Reo Divino a su Madre encontró,
y una espada de filos agudos, del Hijo a la Madre hirió el corazón.

Dulce Redentor, para mí era la pena de muerte,
ya lloro mis culpas y os pido perdón.

Madre afligida, de pena hondo mar,
logradnos la gracia de nunca pecar.

Quinta Estación: Simón de Cirene ayuda a Jesús

Porque al monte con vida llegase, los duros escribas con saña infernal,
a Simón Cireneo alquilaron, que a Cristo ayudase su Cruz a llevar.

Dulce Redentor, para mí era la pena de muerte,
ya lloro mis culpas y os pido perdón.

Madre afligida, de pena hondo mar,
logradnos la gracia de nunca pecar.

Sexta Estación: La Verónica limpia el rostro de Jesús

Con ternura y piedad la Verónica, el rostro sangriento de Cristo enjugó,
y en tres pliegues del lienzo por premio, grabada la imagen llevó del Señor.

Dulce Redentor, para mí era la pena de muerte,
ya lloro mis culpas y os pido perdón.

Madre afligida, de pena hondo mar,
logradnos la gracia de nunca pecar.

Septima Estación: Jesús cae por segunda vez

Otra vez el Señor de los cielos, volvió fatigado el polvo a besar,
y otra vez los esbirros crueles, con Él desfogaron su ira y crueldad.

Dulce Redentor, para mí era la pena de muerte,
ya lloro mis culpas y os pido perdón.

Madre afligida, de pena hondo mar,
logradnos la gracia de nunca pecar.

Octava Estación: Jesús consuela a las santas mujeres

Vio Jesús que unas cuantas mujeres, movidas a lástima lloraban por Él,
y las dijo: “Llorad por vosotras, piadosas mujeres por mí no lloréis”.

Dulce Redentor, para mí era la pena de muerte,
ya lloro mis culpas y os pido perdón.

Madre afligida, de pena hondo mar,
logradnos la gracia de nunca pecar.

Novena Estación: Jesús cae por tercera vez

Con sus duras caídas, cristiano, las tuyas pretende Jesús resarcir.
A tu Dios por tercera vez mira, de polvo y de sangre cubierto por ti.

Dulce Redentor, para mí era la pena de muerte,
ya lloro mis culpas y os pido perdón.

Madre afligida, de pena hondo mar,
logradnos la gracia de nunca pecar.

 

Décima Estación: Jesús es despojado de sus vestiduras

Con furor sus vestidos quitaron, del monte en la cumbre al paciente Jesús.
Y por no iluminar tanta afrenta, las puras estrellas negaron su luz.

Dulce Redentor, para mí era la pena de muerte,
ya lloro mis culpas y os pido perdón.

Madre afligida, de pena hondo mar,
logradnos la gracia de nunca pecar.

 

Undécima Estación: Jesús es clavado en la Cruz

Ya alma mía en la cruz duro lecho, sus miembros sangrientos extiende mi Bien,
y con clavos agudos taladran, los viles soldados sus manos y pies.

Dulce Redentor, para mí era la pena de muerte,
ya lloro mis culpas y os pido perdón.

Madre afligida, de pena hondo mar,
logradnos la gracia de nunca pecar.

Duodécima Estación: Jesús muere en la Cruz

Tiembla el orbe y el sol se oscurece, al ver en un palo expirar a su Dios.
Rompe en llanto también tú alma mía, pensando que muere Jesús por tu amor.

Dulce Redentor, para mí era la pena de muerte,
ya lloro mis culpas y os pido perdón.

Madre afligida, de pena hondo mar,
logradnos la gracia de nunca pecar.

Decimotercera Estación: Jesús es bajado de la Cruz

De Jesús el cadáver sangriento, María en sus brazos llorando tomó.
Y con voz de dolor le decía: “qué muerte te han dado, mi bien y mi amor”.

Dulce Redentor, para mí era la pena de muerte,
ya lloro mis culpas y os pido perdón.

Madre afligida, de pena hondo mar,
logradnos la gracia de nunca pecar.

Decimocuarta Estación: Jesús es colocado en el Sepulcro

En el frío y profundo sepulcro, los restos sagrados quedáronse ya.
Triste Madre cuán sola te quedas, seré yo el consuelo de tu soledad.

Dulce Redentor, para mí era la pena de muerte,
ya lloro mis culpas y os pido perdón.

Madre afligida, de pena hondo mar,
logradnos la gracia de nunca pecar.

 

Decimoquinta Estación: Jesús ha Resucitado

«¿Por qué buscáis entre los muertos al que está vivo? No está aquí, ha resucitado» (Lc 24,5-6)

Unas piadosas mujeres fueron al sepulcro de Jesús muy temprano.  El anuncio de la resurrección convierte su tristeza en alegría. Jesús está vivo y nosotros vivimos con Él para siempre. La resurrección de Cristo inaugura para la humanidad una renovada primavera de esperanza. Jesús, enséñame a mantener siempre la esperanza.

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