Rosa Manso y David su hijo, han decidido ver la crisis que nos azota con una mirada más global, desde la lejana Etiopía y alguna de sus necesidades. Marcharon con poco más que lo puesto y eso sí, un montón de potitos y papillas que desde Wukro se les recomendó llevar y allí que se presentaron, pasando por El Cairo y Adís Abeba.
Colaboraron con el Padre Ángel, el alma mater de toda aquella labor, consistente en acoger y sacar adelante a infinidad de niños huérfanos. Para ello se sirven de la misión en torno a la cual residen dichos huérfanos, que allí reciben educación, formación, cariño,… También es muy importante la labor de cultivo y forestación, con el fin de recuperar terreno a la desertización; ahora mismo se hallan inmersos en la construcción de una presa para el autoabastecimiento de agua.
Siempre se ha oído comentar a los misioneros que es mucho más lo que se recibe que lo que se da. También David y Rosa han experimentado esta realidad, pues en la necesidad de estos niños y jóvenes han comprobado su permanente alegría, su generosidad extrema y su gran hospitalidad.
David, cuéntanos algo que te llamase la atención:
-Un domingo que se celebraba la Pascua, a cada chaval le dieron dos plátanos en la misión -hay que tener en cuenta que allí las comidas no son copiosas- y lo primero que hicieron al recibirlos fue ir a ofrecerme a mí y a otros que como yo no teníamos.
Un chico al que regalé una bolsa de galletas comenzó a repartirlas con los demás hasta el punto de quedarse él sin ninguna, pero muy sonriente…
Y tú Rosa, si tuvieras algo que resaltar, qué sería:
-Al Padre Ángel y su espíritu emprendedor y siempre positivo. Suele decir que no existen los problemas, sólo hay soluciones. Nada de dejarse acogotar por las circunstancias, para casi todo hay una respuesta o solución que espera a ser descubierta.
Pues nada, esperaremos a la revista de verano para que nos cuenten más detalles de su estancia en Wukro. Mientras tanto aquí tenemos alguna foto para ir abriendo boca.